LA INTERCESION: ARMA PODEROSA
¿Qué es interceder?
Interceder
es tomar el lugar del otro; es ponerse en su lugar para suplicar o defender su
caso motivado solamente por el amor y la misericordia (Ro.
8:34). Podemos ver, entonces, que interceder no es pedir a favor
nuestro, sino más bien, a favor de otros.
¿Quién es un
intercesor?
Es la
persona que dispone su vida para orar por otros, tomando su lugar. Es aquella
persona que siente carga en su corazón por una situación ajena. Es alguien que
lleva una vida de profunda comunión con Dios y negación propia, dispuesto a
sentir el sufrimiento de aquel por quien intercede.
-Un
intercesor es la persona que se interpone entre Dios y los que se merecen
su justa ira o castigo, poniéndose en la brecha por ellos y clamando a Dios
misericordia y perdón. (Ez. 22:30).
-Un
intercesor es la
persona que siempre en guerra porque pelea contra Satanás y esa guerra no la
puede pelear con armas carnales, necesita vestirse de toda la armadura de Dios.
(Ef. 6:12-18).
¿Por qué razón hay que interceder?
En
la Biblia se habla de tres cielos. El primero
es lo que llamamos atmósfera. El segundo
es el espacio en donde están los astros,
y arriba de ese espacio está el tercer
cielo, en donde está el Reino de Dios.
El Apóstol Pablo habla de cómo él
fue arrebatado hasta el tercer cielo. (2
Co. 12:2-5).
Cuando
el hombre desobedeció en el huerto del
Edén, no sólo traicionó la
confianza que había sido depositada en
él, sino que voluntariamente le entregó
el dominio a Satanás. Desde entonces, él
les el dios de este mundo (2
Co. 4:4).
Él
y sus huestes de espíritus malignos viven
en lo que corresponde al mundo: la atmósfera,
el primer cielo o regiones celestes (Ef.
6:12). Él es el príncipe
de la potestad del aire (Ef.
2:2), el gobernador de las tinieblas de
este siglo (Ef. 6:12).
Mientras
Dios tuvo potestad absoluta sobre el hombre, le
concedió todo, sin que éste tuviera
necesidad de pedirle nada. Pero, desde que el
hombre cedió ante Satanás, Dios
no puede darle nada libremente, a menos que el
hombre se lo pida, porque Dios es respetuoso de
la decisión del hombre, de su libre albedrío.
Dios
no puede hacer nada por la humanidad, si no es
a través de la petición de un intercesor.
La voluntad de Dios es que el hombre tenga lo
que le pertenece: salud, prosperidad, paz. Sin
embargo, la batalla de Satanás y sus huestes
por retener lo que aún les pertenece es
continua y, en su afán por evitar que el
hombre reciba las bendiciones de Dios y en vista
de que ellos dominan y operan en las regiones
celestes o primer cielo, atrapan la respuesta
de Dios y la retienen allí, haciéndonos
creer que Dios no contesta y no nos oye.
En
el libro de Daniel está escrito muy claramente
(Dn. 10:10-13,). Este pasaje
nos muestra que desde el primer día en
que él oró, su petición fue
oída. Pero, Satanás con sus huestes,
luchando en las regiones celestes que le pertenecen
y que nos rodean, se opuso e impidió durante
veintiún días que esa respuesta
llegara.
Cuando
al orar conforme a la Palabra de Dios, la respuesta
no nos llega inmediatamente, no quiere decir que
Dios no nos oye o no quiere contestarnos. Él
ha enviado su respuesta, pero no nos dirá
nada porque Satanás la tiene obstaculizada,
interceptada en las regiones celestes, en su reino.